Abramos la Biblia con mente abierta y sincera, e investiguemos con honda devoción. Se nos dice que estudiemos. No que discutamos ni que refutemos sino que ganemos la aprobación de Dios, que nos enteremos de su voluntad. Como cristianos, se nos manda crecer tanto en gracia como en conocimiento (2 Pedro 3.18). Todas las Escrituras nos han llegado por inspiración divina y sirven para corregir y reprender cuandoquiera que, por suposiciones, enseñanzas erradas o prejuicios, hayamos caído en el error.
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