Autobiografía de
Herbert W. Armstrong

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Capítulo 1

La niñez

Aún desde temprana edad, la vida siempre me pareció excepcional, llena de acontecimientos y emociones.

 

Nací el 31 de julio de 1892, de padres respetados y rectos que eran de sólida reputación. Mis antepasados habían emigrado de Inglaterra a Pennsylvania con William Penn, unos cien años antes que los Estados Unidos llegaran a ser una nación. Mi ascendencia, por parte paterna corresponde a una bisabuela, que a su vez tiene sus orígenes en Eduardo I, Rey de Inglaterra.

 

Vi la luz un día en un apartamento de ladrillos rojos en la esquina noroeste de 14th y Grand Avenue, en Des Moines, Iowa. Por supuesto yo no recuerdo absolutamente nada del día de mi nacimiento al igual que usted no recuerda nada del día que usted nació. Pero mi madre siempre lo recordó, especialmente por que yo era su primogénito, como mi padre fue el hijo mayor antes de mí.

 

Un amigo en Des Moines, comento hace algunos años atrás, que yo “llegue a ser famoso demasiado tarde” en tono de broma el departamento donde había nacido había sido reemplazado por un negocio.

 

Los eventos que persisten en mi memoria ocurrieron cuando tenía tres años de edad. Nuestra familia entonces vivía en West Harrison en Des Moines, cerca de 4th . Vivimos en una casita modesta, y mis abuelos paternos vivían en una casa al lado. Recuerdo correr por la puerta trasera de su casa para probar los pasteles deliciosos de manzana que mi abuela había hecho.

 

Todavía tengo memoria de mi bisabuelo materno Elon, él tenía entonces entre 92 y 94 años, a menudo me tomaba en sus brazos y la tragedia que ocurrió cuando él cayó rodando por la escalera muriendo en la caída. Tengo un tío en mi memoria, Jesse Hole, también en sus noventa.

 

Empecé a ir a la guardería a la edad de 5 años. Aún puedo escuchar en mi mente el sonido metálico y triste  de la campana de la escuela.

 

 

Masticando Tabaco

 

Tenía la edad de 5 años cuando juré que jamas volvería a mascar tabaco. Frente de nuestra casa se estaba cavando una zanja, por supuesto que en 1897 las zanjas aún se cavaban a mano y con palas. Esto era muy emocionante para un niño de cinco años. Pasé la mayor parte de mi tiempo libre, delante del jardín mirando a los excavadores de la zanja que en aquellos tiempos masticaban tabaco, por lo menos estos excavadores lo hacían.

 

“¿Qué es lo que tiene ahí?” pregunté, cuando uno de ellos sacó  un paquete de tabaco de su bolsillo trasero, y con los dientes arrancó una esquina.

 

“Esto es algo bueno,” me contestó. “Hijito, saca un pedazo”

 

Acepté su generosidad. Puedo recordar claramente luchando por sacar “un pedazo” Que era realmente duro. Pero, finalmente yo lo obtuve de una mordida. No tenía buen sabor, y parece que le di una mordida bastante aguda. Pero lo mastiqué, como yo lo vi masticar a él, y cuando sentí que lo tuve bien masticado, lo tragué.

¡Y al rato siguiente, un minuto o menos, juré que jamas volvería a masticar tabaco en la vida! ¡Le digo a usted sinceramente, nunca mas he vuelto a masticarlo desde entonces!

 

Esto fue poco después de los días de los viejos tranvías tirados por caballos en la calle. Los nuevos tranvías eléctricos acababan de llegar, el pequeño dinkeys. Yo lo recuerdo bien. El conductor en nuestra línea era Charley, y el motorista del carro era Bill.

 

La cosa más fascinante del mundo era colocarme de rodillas, en el mismo asiento a un costado de donde se sentaba el conductor, así podía mirar a través del vidrio cuanto podía correr ese coche. Decidí entonces lo que sería cuando creciera. Sería entonces un motorista de coche/carro. Pero hubo algo en años posteriores, que pareció haberme desviado esa ambición juvenil.

 

Recuerdo, sin embargo, que mi padre tenía una idea diferente de lo que sería cuando creciera. Constantemente lo molestaba con preguntas. Siempre quise saber “por qué?” o “cómo?” quería aprender. A la edad de 5 años recuerdo a mi padre decir: “Este jovencíto siempre hace muchas preguntas, cuando crezca seguro que será un abogado de Filadelfia”

 

Esa obsesión por tener conocimiento tendría una gran influencia al fundar La revista La Pura Verdad y el Colegio Ambassador en años posteriores.

 

Esos Importantes Primeros Años

 

Cuándo yo tenía 6 años, la familia se traslado a Marshalltown, Iowa, donde mi padre entró en el negocio de moler harina.

 

Recuerdo los eventos de aquellos días cuando tenía 6 años de edad, mucho mejor que cuando tenía 56. La mente es mucho más receptiva y la memoria retiene mucho mejor en los años de infancia.

 

Créalo o no, cada bebé aprende y conserva más el primer año de vida que de ahí en adelante. Cada año nosotros aprendemos y retenemos un poco menos que el año anterior. Pocos sin embargo, se dan cuenta de este hecho. Por cada año que pasa, la reserva de conocimientos aumenta. Los conocimientos se suman y se añaden cada año a los adquiridos anteriormente. Escribir experiencias tempranamente trae forzosamente algunos inconvenientes. Los acontecimientos regresan a mí memoria ahora, cuando escribo, yo no lo había pensado en años.

 

 

Se va el Siglo viejo y llega el Nuevo

 

Después de un año aproximadamente la familia se devolvió a Des Moines. Mientras vivimos allí, fue que mi hermano Russell nació, el 26 de enero de 1900, yo tenía 7 ½ años.

 

Otro acontecimiento que persiste intensamente en mi memoria es el fin de siglo. (En realidad el fin de siglo era el 1 de enero de 1901.) Esa víspera de año nuevo era especial, era un evento de una vez en la vida. Enseguida se me formó una aversión a la iglesia al “esperar las 12” en Víspera de año nuevo.

 

Yo no podría haberme divertido con 7 ½  años, tener que sentarme calladamente en la iglesia desde las 8 de la tarde en punto hasta la medianoche, sin levantarme ni jugar o correr alrededor, sólo estar callado “mirando” el siglo viejo que se va y el siglo nuevo que llega. Estabamos mirando solamente el paso del tiempo humanamente calculado, de todos modos, sólo supe que era una tarde graciosa y deprimente para mí, me dormí un par de veces, sólo para ser despertado.

 

Este evento de vísperas de año nuevo ocurrió 26 días antes de que mi hermano Russell naciera. Siendo mi hermano un bebe, de unos pocos meses, nos fuimos a vivir a la Unión, Iowa, probablemente era la primavera de 1900, donde mi padre entró en una sociedad de una ferretería.

 

En busca de  “Leche de Paloma”

 

Un día que pasé por la imprenta del pueblo, debo haber andado en una de mis típicas búsqueda de información, haciendo muchas preguntas acerca de que caminos y medios tienen que ser ideados para librar a los impresores de ese extenuante  trabajo.

 

Un día me dijeron, “Hijito, ¿puedes ir a buscar un mandado para nosotros?”, preguntó el impresor. “Anda corriendo a la tienda de comestibles y pide la mitad de una medida de “Leche de Paloma”. “¿Para qué es?” pregunte, ¿“Por qué lo quiere usted?”, Siempre tuve que entender el  “Qué” y  el “Cómo”, “Para engrasar las prensas con ella”  explicó el impresor. “¿Cómo lo pagaré?” “Diles que lo carguen a mi cuenta”, fue la respuesta.

 

En la tienda de comestibles el tendero explico:

 

“Lo siento, estamos sin leche de paloma. los que deben de tener ahora son los de la Joyería”, de la joyería fui enviado a la mueblería, luego a la farmacia, y después de casi haber andado en cada tienda del pueblo, fui a la ferretería de mi  padre. Mi padre me explicó que había estado corriendo por todo el pueblo con el mandado del tonto. De todos modos, yo añadí a mi almacén del conocimiento el hecho de que esa leche de paloma no puede ser encontrada en las tiendas. No pensé que era un recado insensato que como aquel marinero novato fue mandado cuando su barco se ancló en el Puerto de Perla. Los marineros más viejos lo mandaron al Comandante en tierra para que le diera la llave del mástil, él obtuvo el calabozo.

 

Mientras en la Unión yo vendía cada semana, como trabajo extra, “The Saturday Evening Post”, recuerdo muy bien la bolsa de lona con el nombre de la revista en el costado, nuestro granero en la Unión se infestó con ratas, decidí hacer algo al respecto, obtuve una trampa grande para ratas en la ferretería, y casi cada mañana tenía varias ratas en la trampa.

 

Recuerdo una fiesta de cumpleaños que mi madre tuvo para mí al cumplir 9 años, el 31 de julio de 1901, lo recuerdo probablemente por una foto de la fiesta que quedó en la caja de los viejos retratos de la familia.

 

Nuevamente volvimos a Des Moines en 1901, a principios de otoño, después de haber estado un año y medio en la Unión, esta vez a East 13th  y  Walke. Estaba en cuarto grado, vivíamos a una corta distancia de un Sanatorio Adventista del Séptimo Día, con una panadería cerca de la entrada, recuerdo haber sido mandado a menudo a esta panadería para comprar pan especial “saludable” probablemente integral. La cosa es que siempre me impresionó, sin embargo, era la impresión en mi mente de muchacho de que esos adventistas deben ser alguna clase de personas religiosas raras, porque ellos “guardan el sábado en vez del domingo”. Aún a esa edad, algo me parecía diferente y extraño de lo comúnmente aceptado por la sociedad, y si extraño, entonces por supuesto estaban equivocados. ¿Por qué asume la gente que no pueden estar equivocados?

 

Parece que la mayoría de nosotros, a menos que nos detengamos a pensar un poco, están como la Sra. O'Rafferty, mirando a su hijo marchar con los soldados por Broadway, apenas de haber vuelto a Nueva York después de la 1 guerra mundial.

 

“Yo estoy orgullosa de Dinny,” dijo ella, “D´ye conoce muy bien el paso”

 

¿Bien, quizás era Dinny que estaba correctamente con el paso—quien sabe? El punto es, que asumimos ciegamente que la mayoría de las personas no puede estar equivocada, pero debemos aprender con el correr de los años, que las personas pueden estar totalmente equivocadas y es tan terrible que han contribuido a que la civilización se hunda sobre sus propias cabezas.

 

¡La mayoría de las personas están aún ignorantes de ello!

 

Cuándo yo tenía once años, en 1903, el automóvil estaba en sus comienzos, no eran como los coches arrastrados por caballos, tenían neumáticos de goma y eran fuertes y sólidos, dirigidos por un palo o manija en vez de un volante. Nosotros a menudo les llamábamos carros sin caballo. Mi padre estaba siempre alegre, y le gustaban las bromas, fue que mientras nosotros vivíamos en esta casa que él nos llamó:

 

¡ “Apúrense! ¡Vengan rápido! Aquí hay un coche sin caballos!”

 

Ver uno de éstos automóviles nuevos era algo raro. Vinimos corriendo a la ventana. Un coche iba pasando. Era un coche no tirado por caballos, sino por un par de mulas. La risa fuerte de mi padre retumbó.

 

La Lucha llegó a ser un deporte favorito en aquellos tiempos. Estos eran los días de Gotch Franco, del Granjero Burns, Zbysco y otros, cuando la lucha era un verdadero deporte y no un espectáculo falsificado. Los hermanos mayores de Schoonover, habían establecido un verdadero tapiz de la lucha, ellos nos enseñaron todas las principales tomaduras.

 

Pienso que me gustó mas el patinaje sobre hielo, quizás más que cualquier otro deporte, pese a todo, había aprendido a deslizarme amplio, barriendo con un estilo de modo que mi cuerpo oscilara de sobremanera de un lado a otro, utilizando la fuerza de gravedad para ayudarme a propulsarme hacia adelante. Había un ritmo y una sensación que lo hacía emocionante.

 

En aquel momento, 03-1902, muchas de las calles de la ciudad estaban todavía sin pavimentar. Las aceras eran tablillas de madera clavadas hacia abajo sobre tablones de dos por cuatro, con grietas estrechas entre tablillas. Recuerdo esto, a causa de un incidente.

 

Un día alguien dejó caer una moneda de diez centavos y cayó en la acera y desapareció por entre las estrechas grietas de esta, los vecinos deben haber gastado dos o tres días tratando de encontrar la moneda perdida.

 

Aprendí entonces que las personas harán grandes esfuerzos para impedir perder algo que ellos han ganado. Mas tarde utilicé esta parte de la psicología para un buen efecto en la publicidad.

Cuándo un Chico tiene Once años

 

Yo a menudo he dicho que la edad más feliz de la vida humana es cuando un chico tiene la edad de once años. Creo que un muchacho nunca sabe y no tiene sentido de la responsabilidad para divertirse, él no tiene cargas. Desde luego que ha esa edad se harán cosas insensatas y a veces peligrosas. Cómo un chico llega a la edad adulta nunca lo sabré, a no ser que exista un ángel custodio que cuide y proteja a cada chico.

 

Otra condición de la época actual ilustra cuán modernizado a llegado hacer este mundo. Las farolas en nuestro vecindario eran luces a gas. La electricidad alcanzó esa etapa de modernización en 1902-3. Un hombre venía a caballo todas las noches cerca del crepúsculo, con un palo encendido prendía la mecha de cada farola, luego a la salida del Sol, él tenía que cabalgar otra vez para apagar las luces.

 

Durante estos días yo monté mucho en bicicleta, desarrollando grandes músculos en ambas piernas. En ese momento mi padre había inventado una funda de aire circulando alrededor de un horno, y había entrado en el negocio de la fabricación de hornos, con una fábrica pequeña en  East 1st y 2nd Street. Trabajé en la fábrica durante las vacaciones de verano.

 

Nuestro transporte en 1903-4, era el caballo, el coche y mi bicicleta. Yendo a la fábrica por la mañana, en ocasiones teníamos que utilizar el látigo con el caballo para mantenerlo trotando, pero volviendo a casa por la tarde, era necesario sostener la rienda apretada sobre él, no necesitaba instarlo a trotar, sabía que su avena lo esperaba en nuestro granero.

 

Instrucción Religiosa temprana

 

Pienso que es tiempo ahora, para explicar qué educación religiosa era la mía. Tanto mi padre como mi madre eran de sólidas convicciones.

 

De temprana edad fui mantenido regularmente en la escuela dominical y en los servicios de la Primera Iglesia de los Amigos de Des Moines.

 

Yo estaba en clases con otros chicos en la escuela dominical, y todos crecimos juntos. Yo no puedo recordar cuando conocí por primera vez a esos chicos. Supongo que todos fuimos puestos juntos allí desde bebés.

 

De todos modos era interesante, hace aproximadamente veinticinco años, supe lo que había sido de la mayoría de ellos, yo me había ido de la iglesia cerca de los 18 años, y había estado completamente desconectado. Uno de ellos había llegado a ser Decano en el Colegio del Estado de San Francisco, con un Doctorado de Yale. Me contacté con él y me dio ayuda y consejos muy valiosos acerca de cómo fundar el Colegio Ambassador en 1947.

 

Otro, que había sido quizás mi mejor amigo desde la niñez, era un comerciante jubilado de venta de muebles, que se había ampliado y había mantenido exitosamente el negocio que había fundado su padre. Otro era un dentista exitoso. El hijo del Pastor de mis días de niñez había muerto aparentemente temprano en la vida. Otro había llegado a ser director de una gran agencia de ayuda en el Oriente Medio. En general, los chicos de esa clase habían crecido para llegar a ser hombres exitosos.

 

El Despertar, la Chispa que encendió la Ambición

Entre 12 y 16 años, además de la escuela, tuve muchos trabajos de día sábado y de vacaciones. Tuve un trabajo de mandados, era niño de los mandados para una tienda de abarrotes, niño de correo rápido para una mercería, gasté unas vacaciones como dibujante para una compañía de hornos, y había otros también.

 

Pero a la edad de 16 años, durante las vacaciones, yo obtuve mi primer trabajo lejos de casa. Trabajaba como camarero de un hotel del medio centro en Altoona, la siguiente ciudad al este de De Moines. Había una línea eléctrica en la calle, un tranvía interurbano, que corría por Altoona y al este de la pequeña ciudad de Colfax. Este hotel de Altoona servía alimento de muy buena calidad que atrajo a muchos huéspedes de Des Moines.

 

El dueño era un soltero de quizás 45 años. Elogió mucho trabajo, pronto él comenzó a decirme que podía ver cualidades en mi, que estaban destinadas a llevarme a un gran éxito en la vida, él constantemente expresaba su gran confianza en mí, y lo que sería capaz de alcanzar, si estaba dispuesto a esforzarme.

 

El efecto que tenía sobre mí, me recuerda una experiencia que mi esposa me ha contado que ocurrió cuando ella era una niña pequeña, estaba en la tienda de abarrotes de su padre, un hombre entró, puso su mano sobre su cabeza, y dijo:

¿" Usted es una bonita niña, verdad? "

¡" Le agradeceré, " habló su madre con indignación, " no les diga a mis hijas que son bonitas! Esto no es bueno para ellas."

 

Inmediatamente Loma corrió a un espejo y se miró en él. Ella hizo un descubrimiento. Dijo con aprobación: “Bien, yo soy muy bonita”

 

Yo nunca me había dado cuenta antes que poseía habilidades. Realmente yo nunca había sido un líder entre los chicos. La mayor parte del tiempo que había jugado con chicos más grandes que yo, tomé automáticamente el rol principal. Pero ahora, por la primera vez, comencé a creer en mi mismo. Este dueño de hotel despertó mi ambición, creó dentro de mí el deseo de escalar hacia el éxito, llegar a ser alguien importante. Esto, por supuesto, era la vanidad. Pero era también la ambición por el logro, la  autosuperación.

 

Estimuló él también, colocar la voluntad el esfuerzo que se requiere para lograr el éxito. Me hizo darme cuenta de que tendría que estudiar, adquirir conocimiento y experiencias, con trabajo y ejercitar la abnegación. Realmente esto hizo florecer en mi, la confianza y la seguridad, pero esto me obligo a esforzarme.

El punto decisivo de la vida

Es imposible calcular la importancia de este despertar repentino de la ambición, esta inyección de deseo intenso por el éxito, encendió la chispa de energía determinada a conseguir lograr el éxito, esto fue el punto decisivo de mi vida.

 

De repente la vida llegó a ser un nuevo “partido de béisbol.” se habían abierto perspectivas totalmente nuevas para el futuro.

 

Esto, creo yo, es el ingrediente vital que ha estado fallando en casi todos los humanos, la mayoría de los humanos pasan por la vida como yo estaba antes del despertar de la ambición. Como he dicho hasta aquí, jugué con chicos más viejos que yo, a ellos les pareció natural que yo asumiera el liderazgo. Yo simplemente “acompañé” la idea de esperar con ansias conseguir el éxito, o algún logro de cualquier otra índole, nunca se impuso en mi mente. Ni lo coloqué, probablemente, por que tenía mi mente ocupada con los intereses y los placeres del momento.

 

¡De repente todo esto cambió! ¡Drásticamente cambiado! La inmensa mayoría de las mentes humanas no pueden estar dadas a esta esperanza, este deseo, esta ambiciosa esperanza, esta confianza en su futuro! La actitud general de desesperanza por el porvenir ha producido las rebeliones modernas, el movimiento hippy, las protestas callejeras, disturbios y violencia.

 

Por supuesto, aún tenía la edad de 16 años, a esa edad no tenía metas definidas para trabajar, mas la ambición general era triunfar. De lo que ese éxito fue, se cristalizó más tarde.

 

También, hasta ahora, era vanidad pura, pero era una vanidad positiva, y eso quizás sea preferible a una negativa y sin objetivo. Esto era el principio hacia el logro posterior.

 

Unos pocos años más tarde, yo fui considerablemente estimulado por un libro de “Inspiración” de Orison Swett  Marden, titulado, “Quién piensa puede.” Lástima que hoy parece haber un hambre de tales libros.

 

Volviendo a Des Moines, continué como un estudiante en la Escuela secundaria del Norte, comencé a pasar horas extras fuera del colegio, en la biblioteca de la ciudad, en su mayor parte en las áreas de Filosofía, Biografía, y en las secciones de  administración de empresas. Comencé a estudiar a Platón, Sócrates, Aristóteles y Epictetus. Fue en este momento que leí por primera vez la Autobiografía de Benjamin Franklin.

 

Mi primera cita con una chica sucedió una vez que acompañé a una chica vecina de mi clase en la preparatoria, a una función de la escuela.

 

En aquella época yo era bastante tímido con las muchachas, y me sentía incomodo en su presencia, Ha sido un enigma para mí que tantos chicos que rondan esa edad tengan miedo de las chicas, inquietos ante ellas, y las chicas al parecer no son tímidas en ninguna manera en la compañía de chicos.

 

Durante los próximos 8 años que continué saliendo con esta chica de vez en cuando, (no lo que se llama hoy “Noviazgo”), nunca la abracé, ni la besé, o como dirían hoy, “Besuquearme con ella” (lo llamaban en aquellos días “gustarse”).

 

La secundaria del norte tuvo una inscripción de 400 estudiantes solamente,

 

En la escuela secundaria participé en el fútbol y para correr en pista, jugué una cantidad pequeña de partidos de Basquetbol en el gimnasio. En el fútbol jugaba atrás o al medio. Pesaba sólo 135 libras en aquellos tiempos y era demasiado liviano para estar en el equipo, pero me vestí con el equipo en todos sus partidos de local, generalmente jugué en el Estadio de la Universidad de Drake.

 

En la pista corrí por la milla cuando cursaba el segundo año, pero nunca fui inscrito para el encuentro estatal, el mejor tiempo que hice fue  5 minutos en la pista de Drake, de las carreras anuales, famosas nacionalmente que aún se corren.

 

¡Hoy los mejores del mundo corren la milla bajo los 4 minutos!

Era un estudiante corriente en la escuela. Pero en los exámenes finales yo obtuve siempre como nota entre un 95% y  98%.

 

Pero aún no tenía puesto una meta definida en la vida.

 

En la tierna edad de los 16 años, la idea de fijar un objetivo definido, de encontrar el propósito verdadero de la vida, le ocurre a pocos adolescentes.

 

La ambición se había despertado. Me quemaba el deseo de ir algún lado en la vida, llegar a tener éxito, pero exactamente, lo que constituyó el “éxito”, aún no se había cristalizado.