LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS

 
 

 

LLEGAMOS AHORA a la fiesta de los tabernáculos, (a veces llamada la fiesta de las cabañas) que es la sexta en el año. Veamos las instrucciones al respecto:

..."La fiesta solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar. Y te alegrarás en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija…

...Siete días celebrarás fiesta solemne al Eterno tu Dios en el lugar que el Eterno escogiere; porque te habrá bendecido el Eterno tu Dios en todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente alegre…

...Y ninguno se presentará delante del Eterno con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que el Eterno tu Dios te hubiere dado" (Deuteronomio 16.13-17).

Esta es la fiesta de los tabernáculos, que debe guardarse durante siete días a partir del día 15 del mes séptimo del Calendario Sagrado de Dios. Leamos Levítico 23.33-35: "Y habló el Eterno a Moisés diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos al Eterno por siete días. El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis".

El primero de estos días habrá santa convocación: reunión obligatoria. No se debe laborar. "…y os regocijaréis delante del Eterno vuestro Dios por siete días… será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo lo haréis" (Levítico 23.40-41).

Notemos que es un estatuto perpetuo.
Vemos aquí representados los hechos culminantes en el gran plan divino. Después de que Cristo ha muerto por nuestros pecados para redimir a la humanidad; después de que nos ha enviado el Espíritu Santo y ha escogido un pueblo para su nombre para que sean sacerdotes y reyes durante los mil años; después de su gloriosa segunda venida; después de que ha restaurado a los redimidos y colocado todos los pecados en la cabeza de Satanás, su verdadero autor, y que ha apartado de la presencia de Dios y de su pueblo tanto al diablo como a los pecados, logrando así la unificación con Dios, entonces estamos listos para la última serie de acontecimientos, el comienzo de las "Bodas del Cordero", la realización del Nuevo Pacto, el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra y la gran siega de almas durante mil años.
¡Esta festividad es una representación del milenio!

Representación del milenio

En la exposición de su plan, Dios se valió de las épocas de cosecha anuales en la antigua Israel como representación de la siega espiritual de almas. Son dos las cosechas anuales en la Tierra Santa: primero la cosecha de granos en la primavera y luego la cosecha principal. Veamos cuándo debe celebrarse la fiesta de los tabernáculos: "a la salida [al final] del año" (Éxodo 34.22). En este versículo la festividad se llama específicamente "la fiesta de la cosecha". El año agrícola se cerraba a comienzos del otoño. Así como el Pentecostés simboliza la primera siega (esta era eclesiástica), la fiesta de la cosecha o de los tabernáculos simboliza la siega de otoño: ¡la gran siega de almas en el milenio!

El día de salvación no es únicamente hoy. Hoy es un día de salvación, como dice Isaías en el capítulo 49, versículo 8. Las palabras griegas originales de Pablo en 2 Corintios 6.2 deben traducirse "en un día de salvación".

El libro de Zacarías nos aclara este punto mejor. Los capítulos 12 y 13 muestran el regreso de Cristo y el comienzo de la reconciliación del mundo. Aquí está muy claro el significado de las fiestas de las trompetas y de la expiación.
Veamos luego el capítulo 14. Es la época del milenio. "Y el Eterno será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Eterno será uno, y uno su nombre… y no habrá nunca más maldición [destrucción], sino que Jerusalén será habitada confiadamente" (versículos 9, 11). Será la época cuando "saldrán de Jerusalén aguas vivas": la salvación, el Espíritu Santo (versículo 8). La palabra "aguas" es literal además de figurativa. Dios suele representar su plan espiritual por medio de hechos materiales.
Aquel día, cuando el mundo sea habitado confiadamente, sin peligros, cuando el Espíritu Santo se conceda a todo hombre mortal, ¿qué ocurrirá? "Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos" (versículo 16).

Los gentiles obligados a guardar la fiesta de los tabernáculos

Tomemos nota de este versículo 16 de Zacarías 14. Cuando Cristo regrese, las naciones (los gentiles mortales que no habrán recibido aún la salvación) irán a Jerusalén para celebrar la fiesta de los tabernáculos. ¿Cómo habrían de guardar una fiesta que fue abolida en la cruz? Sólo podrán guardarla si ha sido ordenada para siempre.

¿Qué ocurrirá a quienes rehusen obedecer? "Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia" (v. 17). ¡Palabras fuertes son éstas!

¡Las naciones serán obligadas a celebrar la fiesta de los tabernáculos año tras año mientras Cristo reine con vara de hierro!
¿Y si las naciones aún rehusan obedecer? "Vendrá la plaga con que el Eterno herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Esta será la pena… de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos" (versículos 17-19).

Para ser salvos, aun los gentiles tendrán que celebrar esta fiesta. ¡Naturalmente! ¡Si fue instituida para siempre!
Se suele citar Isaías 66.23, donde dice que el sábado se guardará en el milenio, como prueba de que debemos guardarlo hoy. Al leer Zacarías 14.16, donde dice que la fiesta de los tabernáculos se guardará en el milenio, ¿no debemos tomarlo también como prueba de que se debe guardar hoy? ¿La guardaremos?

¿Podremos ser aptos para llamarnos hijos de Dios, reyes y sacerdotes, para reinar con Cristo en su trono, para ayudar a Cristo en aquella época, si rehusamos ahora celebrar sus fiestas? Cristo guardó la fiesta de los tabernáculos. El apóstol Juan dedicó todo un capítulo, el séptimo de su evangelio, a la descripción de lo que Jesús dijo e hizo durante la fiesta de los tabernáculos el último año de su ministerio.

Por qué se llama fiesta de los tabernáculos

Durante el milenio, el Reino de Dios, en el cual nosotros podremos nacer, gobernará a las naciones compuestas de hombres mortales engendrados del Espíritu de Dios. Los miles de millones de seres mortales que existan durante el milenio serán aún herederos del Reino de Dios. No lo habrán heredado mientras sean carne mortal porque "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios" (1 Corintios 15.50). Es preciso "nacer de nuevo", "del Espíritu", a fin de heredar el Reino. Lo dijo Jesús.

Recordemos que Abraham, Isaac y Jacob eran sólo herederos mientras vivieron en la Tierra (Hebreos 11.9). Mientras fueron herederos, habitaron en tabernáculos o tiendas durante su permanencia temporánea en la tierra prometida. Las tiendas, o habitaciones temporales indicaban que aún no habían recibido el reino. Por eso leemos: "En tabernáculos habitaréis siete días… para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto" (Levítico 23.42-43). Los israelitas vivieron en tiendas en el desierto antes de entrar en la tierra prometida, y estas tiendas indicaban que todavía eran herederos y no poseedores. Durante el milenio, cuando el Reino de Dios gobierne a las naciones mortales, los pueblos no habrán recibido aún ese Reino. Para que hereden las promesas es necesario que venzan y que crezcan en sabiduría y conocimiento.

¡Qué concepto tan maravilloso! Dios dice de Efraín (representativo de todo Israel): "aún te haré morar en tiendas, como en los días de la fiesta" (Oseas 12.9). Israel en el desierto simbolizaba a todos los hombres que deben pasar por pruebas y tribulaciones a fin de heredar las promesas. Eran viajeros en espera de heredar las promesas de la salvación.
Cuando Jesús haya reunido a la Iglesia con Él, y cuando esté sentado sobre su trono donde reinaremos con Él, reunirá a las naciones y dirá: "heredad el reino" (Mateo 25.34).

La última fiesta

¿Ha notado usted que la fiesta de los tabernáculos es apenas la sexta? Todavía falta una: la séptima.
La fiesta de los tabernáculos, en el sentido más estricto, abarca siete días que figuran todo el milenio. El número siete representa para Dios, la totalidad; por tanto, debe haber siete fiestas. Veamos dónde se menciona: "A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos al Eterno por siete días… el octavo día tendréis santa convocación… es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis" (Levítico 23.34, 36).

Este octavo día, que técnicamente es una fiesta distinta, se llama "el último y gran día de la fiesta" (Juan 7.37).
¿Qué representa este día santo final?

Leamos la prédica de Cristo aquel día. "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba… de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…" (Juan 7.37-39).
¡En este sermón Jesús expuso el significado del último gran día!

Pasemos ahora a Apocalipsis 20. ¿Qué ocurre después del milenio? ¡Hay una resurrección! Los muertos están de pie ante Dios, pero entre ellos no pueden estar quienes hoy son verdaderos cristianos porque éstos habrán comparecido ante el trono al regreso de Cristo. No pueden estar los que se convirtieron durante el milenio puesto que ya habrán heredado el Reino durante los mil años, al cabo de su vida mortal. Quienes toman parte en esta resurrección tienen que ser los hombres que murieron en la ignorancia durante épocas pasadas. Estos no vuelven a vivir sino hasta después del milenio (Apocalipsis 20.5).

para leer el artículo completo acerca de las Fiesta Santas de Dios pincha el siguiente vínculo