¿Cuál es el DÍA de
REPOSO CRISTIANO?

Capítulo Octavo

La asombrosa realidad sobre la Comunión Cristiana

Veamos otra asombrosa razón por la cual únicamente el verdadero día de reposo - el sábado del Eterno - puede ser el indicado para la comunión o servicio de adoración cristiana.
Jesucristo dijo, en Juan 15: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos" (versículo 5). Se nos dice que permanezcamos en Él (versículo 4), pues de lo contrario no podremos hacer nada espiritualmente. El pámpano no puede producir uvas si no está unido a la vid.
Ahora, veamos cuál es la base de la comunión cristiana:
"Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo... Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas [es decir, si desobedecemos sus mandamientos], mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz [si vivimos por cada palabra de la Biblia como nuestro camino de vida, no sólo como oidores, sino como hacedores - obedeciendo su Ley, haciendo lo que la Ley dice], como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1.3, 6-7).
Una comunión divina

La verdadera comunión cristiana únicamente es posible cuando cada cristiano individualmente se une a Cristo y al Padre, tal como el pámpano se halla unido a la vid.
Ahora bien, ¿qué es lo que une los numerosos pámpanos de aquella vid, unos con otros? Cuando la gente se reúne el día señalado por ellos como humanos, buscando unirse en un grupo religioso, Cristo no se allá presente con ellos en tal comunión. Él jamás imprimió su presencia en aquel día. ¡Son como pámpanos separados de la vid, que buscan unirse unos con otros!
Pero, ¿cómo supimos que Jesucristo imprimió su presencia en su día sábado? Aquel día Él descansó - reposó. Aquel día, mientras descansaba, santificó el día de reposo... lo apartó para uso y fines sagrados como su día; lo santificó y lo hizo tiempo sagrado.
¿Cómo lo hizo sagrado? Recordemos lo que se demostró claramente al comienzo: que así como la tierra misma donde se hallaba de pie Moisés, cerca de la zarza ardiente (Éxodo 3.1-5), era tierra santa, debido a la presencia de Cristo que hace santo todo aquello en el lugar donde esté, y así como nosotros podemos ser santos únicamente si llevamos en nosotros la presencia de Cristo por el Espíritu Santo, asimismo la presencia de Cristo en el día sábado hace sagrado ese lapso de tiempo.
Cuando el Señor del Antiguo Testamento, el Verbo (griego logos - Juan 1.1-3), se hizo humano (versículo 14) y se nombró Jesucristo, aproximadamente 4.000 años después de que reposó por primera vez el día sábado al momento de crearlo, poniendo en él su presencia (Génesis 2.1-3), aún guardaba el sábado y ponía en él su presencia (Lucas 4.16) "conforme a su costumbre"
Él no ha cambiado. Jesucristo es el mismo aún hoy (Hebreos 13.8).
Así pues, su presencia misma está en su día, lo mismo hoy que entonces. Cuando los hijos obedientes de Dios, unido cada uno a Cristo, caminando cada uno en armonía con Cristo y obediente a Él, se reúne en su día santo, entonces realmente tienen comunión con Cristo - se están reuniendo con Él. ¡Él se halla allí, en medio de ellos, en Espíritu! ¡Entonces Cristo los une en comunión con Él y con el Padre!
¡Cuando la gente se reúne en domingo, ¡no está la presencia de Cristo en aquel día! Hay quienes discutirán incesantemente antes que aceptar esta verdad, pero no obstante, ¡es la verdad por la cual seremos juzgados cuando nos enfrentemos a Cristo en el juicio!

¿Podemos adorar a Cristo en vano?

¿Qué decir, pues, del culto en público o en grupos privados durante un servicio religioso en domingo... o en viernes?
¡Es importante que escuchemos y prestemos atención! La Biblia dice: "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4.24).
¿Cuál es el dicho popular en este mundo? "Adorad a Dios según el dictado de vuestra propia conciencia". ¡Ello es lo contrario de lo que dice Dios!
¿Cómo se adora a Dios en espíritu y verdad? ¿Qué es la verdad? Jesús dijo claramente: "Tu palabra es verdad". ¡La palabra de Dios es la Biblia!
La Biblia aparta únicamente el sábado como día santo de Dios para la reunión y la adoración a Él.
Adorar a Dios en espíritu y en verdad es adorarlo tal como Él indica y en los momentos que Él indica en su palabra, ¡y su palabra es verdad!
¡Dios mismo apartó el único día que lo identifica como el Creador! ¡Lo apartó como una bendición! ¡Para nuestro descanso físico! ¡Para nuestra renovación espiritual!
Y el día que cesamos nuestras labores o negocios fue apartado por Él como "una santa convocación" (Levítico 23.2-3), que significa una reunión obligatoria, en la cual se ordena nuestra presencia. Es el mismo día en que también se halla su presencia espiritual y divina. Él apartó como día para aquella adoración conjunta, ¡el mismo día que identifica al Dios a quien adoramos!
¡Ningún otro día cumple con este grande y glorioso propósito!
Sí, Dios tiene un motivo para el sábado: ¡un propósito solemne!
Reunirse para rendir culto a Dios y al Señor Jesucristo en cualquier forma contraria a la forma o el momento ordenados por Dios, no es adorarle en espíritu y en verdad. ¿Aceptará Dios tal culto?
¿Sabe usted que el mismo Cristo afirmó que no sólo podemos profesar su nombre y llamarnos cristianos, sino que también podemos llegar a adorarlo... y todo en vano? ¿...y por ello perder la salvación?
Leamos sus palabras: "Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres... Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición" (Marcos 7.7-9).
Las reuniones dominicales para fines de adoración, ¿son ordenadas por Dios o tradición de los hombres? Jesucristo nos dice que si guardamos las tradiciones de los hombres, invalidamos sus mandamientos y somos culpables de pecado. Guardar el día sábado y santificarlo es uno de sus mandamientos. Dios nos ordena reunirnos durante ese día para adorarle, y debemos cuidarnos de que nuestra adoración no sea en vano.

No es el "sábado judío"

Mas no obstante las escrituras a lo largo de toda la Biblia, no obstante los mandamientos directos de Dios, muchos han escuchado o leído acerca del "sábado de los judíos" con tanta frecuencia que replican inmediatamente: "Todos estos argumentos de que el sábado es sagrado, y acerca del pacto del día sábado, no son aplicables a mí; todo aquello era para el pueblo judío, y yo soy gentil".
¡Pues bien, sí se aplica a usted!
Jesucristo dice: "El sábado fue hecho para el hombre", para toda la humanidad en general. ¡Recordémoslo! ¡Se hizo juntamente con el hombre, cuando se hizo a Adán! Entonces no había judíos. Dios todopoderoso no tiene una norma para los judíos y otra para los gentiles. Ningún gentil puede ser cristiano sin haberse convertido espiritualmente en israelita. Léase Efesios 2.11-22, y Gálatas 3.28-29, donde Dios dice, a través del apóstol Pablo, a los gentiles: "Ya no hay judío ni griego... porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros [los gentiles] sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa"
En ninguna parte de la Biblia se halla un término como "el sábado de los judíos". ¡Este no es lenguaje bíblico!
¡Quizá algunos de los que leen este libro han sido tan imbuidos por el prejuicio que encierra tal término desdeñoso, que les cuesta mucho comprender y aceptar la pura verdad de la Biblia misma!
Léase de nuevo Efesios 2.11-12, ¡para salvarse es preciso convertirse en israelita! Abundan las enseñanzas falsas y antibíblicas las cuales hacen creer que la salvación es para los gentiles. ¡No lo es!
Todas las promesas se hicieron a Israel. ¿Por qué?
¡Escuche! Todas las naciones habían adoptado religiones falsas, paganas. En tal mundo donde casi todos rechazaban a Dios, Dios levantó de los hijos de Abraham, Isaac y Jacob, en tiempos de Moisés, una nación especial que sería su nación - su pueblo - que sería una luz para los gentiles no creyentes. Cabe señalar, de paso, que la misma palabra gentil significa no creyente.
Dios concedió a esta nación especial que había llamado, sus caminos rectos... y a ella otorgó las promesas que incluyen la salvación (Romanos 9.4). Mas cuando un individuo nacido gentil se arrepiente, acepta a Cristo y recibe el Espíritu Santo de Dios, entonces se convierte espiritualmente en israelita, en linaje de Abraham y heredero según la promesa (Gálatas 3.28-29).
La salvación viene de los judíos (Juan 4.22). Sin embargo, la salvación es para todo aquel que cree (con fe viva, no fe muerta), al judío primeramente y, a través de Cristo, al gentil también (Romanos 1.16).
¡No podrá salvarse quien no se convierta espiritualmente en judío! (Romanos 2.28-29). Recordemos, sin embargo, que por desobediencia todos los israelitas naturales se han apartado de las promesas y de la salvación divina, mas podrán recibirla, como todos los demás, ¡a través de Jesucristo! (Romanos 11.17-18, 23-26).
Así pues, el verdadero cristiano depondrá semejantes prejuicios y odios contra los judíos.

¿Se halla Cristo en usted?

Una vez más: ¿Tiene alguna importancia qué día guardamos o el hecho de guardarlo o no?
La definición bíblica de un cristiano es: aquel que ha recibido el don del Espíritu Santo de Dios y es guiado por ese mismo Espíritu de Dios. En otras palabras, Cristo en nosotros es nuestra esperanza de gloria (Colosenses 1.27).
El Espíritu Santo es el Espíritu que imparte la vida que emana de la Persona misma del Padre, y de Cristo. El Espíritu Santo en nosotros no sólo nos imparte el amor, la fuerza, la fe y la vida del Cristo viviente sino también el sentir, o mente de Cristo (Filipenses 2.5).
Significa, literalmente, que Cristo Mismo está en nosotros, no en persona, pero sí en espíritu (Gálatas 2.20). Jesucristo es un Salvador que está en nosotros, que penetra en nuestras mentes, para limpiarnos y salvarnos ¡desde lo interior o lo más profundo de nuestro ser!
¡Significa que Jesucristo está viviendo su vida en (dentro de) nosotros! En otras palabras, significa que nos entregamos a Jesucristo para que Él viva nuestras vidas ¡por nosotros!
Ahora bien, si Jesucristo se halla en usted (y en caso contrario, no es usted un cristiano realmente convertido), ¿hará Él, dentro de usted, que se profane su día santo y se observe otro cualquiera?
¡Imposible!
Jesucristo no ha cambiado. Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos (Hebreos 13.8).
Fue Cristo quien hizo el sábado. Fue Cristo quien descansó aquel primer sábado. Fue el Eterno (Yahvé) quien más tarde se convirtió en Cristo, quien habló a los israelitas en el sábado (Éxodo 16). Fue Cristo quien guardó el sábado conforme a su costumbre (Lucas 4.16).
¡Jesucristo siempre ha impreso su presencia en su día santo! Si Cristo se halla en usted, entonces Él, dentro de usted, no puede guardar otro día hoy
Dios concede su Espíritu únicamente a quienes le obedecen (Hechos 5.32). Las condiciones para recibir el Espíritu Santo como don de Dios son: arrepentirse y ser bautizado (Hechos 2.38).
El pecado es infringir la ley de Dios (1 Juan 3.4). Una ley espiritual (Romanos 7.14), cuya infracción acarrea ¡la muerte para la eternidad! (Romanos 6.23). El cuarto mandamiento de dicha ley nos manda: "Recuerda el día del sábado para santificarlo" (Éxodo 20.8, Biblia de Jerusalén). ¡También dice que el séptimo día, no el domingo, es el día de descanso del Eterno nuestro Dios! Y es el séptimo día de la semana, el día anterior al primero de la semana (Mateo 28.1); no es cualquier séptimo día, no es uno de los siete.
¡No hay salida! ¡No hay escapatoria para quienes desobedezcan! Las leyes de Dios están en vigor ¡automáticamente! Dios no requiere de agentes de policía humanos para aprisionarnos. No habrá un juicio en un tribunal de hombres con un jurado de seres humanos falibles e incautos.
No, ¡no habrá escapatoria! ¡Estamos cara a cara, frente a frente con Dios todopoderoso!
¡Dios es amor! Dios ama a la humanidad. ¡Dios lo ama a usted! Dios bendijo y santificó el día sábado con un propósito muy sagrado: ¡para mantenerlo a usted en comunión con Él! ¡Su ley es amor, y se requiere amor para acatarla! Se requiere amor espiritual para acatar la ley espiritual. Nosotros no nacimos con tal amor, pero Dios nos lo ofrece libremente: su propio amor, "derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo" (Romanos 5.5). Cuando nos entregamos, nos arrepentimos y creemos, Dios nos promete su Espíritu Santo. ¡Su Espíritu nos imparte el amor espiritual para acatar su ley!
¡Es algo realmente maravilloso!
¡Nos mantiene en comunión con Cristo... en estrecho contacto con Él!
¡Nos da su seguridad, confianza, paz mental, felicidad y vida abundante!
Mas aún habrá quienes pongan objeción: ¿cómo podría vivir si durante el día sábado no puedo encender un fuego o siquiera comer?"
¡Comprendámoslo bien! La prohibición contra "recoger leña" o "encender un fuego" constituía parte de la ley civil y ritual o ceremonial de Moisés, la cual era agregada y no formaba parte de la ley espiritual de los Diez Mandamientos.
A causa de las infracciones - es decir, debido a que se estaba violando la ley espiritual - Dios agregó a través de Moisés, 430 años después de Abraham, una ley material y física de rituales y ceremonias (Gálatas 3.16-19). Tratábase de una ley física, que incluía los sacrificios de animales. Era un sustituto del sacrificio de Cristo y del Espíritu Santo el cual no fue concedido a los israelitas en los tiempos del Antiguo Testamento. Ahora, el Espíritu Santo nos da fuerzas para obedecer. Dichos rituales y sacrificios consistían en labores físicas: cosas que habían de hacerse mañana, tarde y noche para inculcar en el pueblo el hábito de la obediencia. ¿Por qué? ¡Porque habían estado desobedeciendo! ¡Los rituales físicos tenían por objeto enseñarles a obedecer! Así pues, eran un "ayo" o tutor que duraría únicamente hasta que viniera Cristo (Gálatas 3.24).
Cuando vino la realidad (Cristo y el don del Espíritu Santo), entonces el sustituto fue abolido.
El mandamiento del sábado es un mandamiento espiritual. Tiene que ver con nuestra comunión, nuestra reunión y adoración a Dios. Prohíbe nuestras labores cotidianas corrientes por medio de las cuales nos ganamos la vida: nuestro empleo o negocio.
Mas el sábado se hizo para el hombre, ¡como una bendición para el hombre! ¡Se hizo para que lo disfrutemos descansando y nos gocemos espiritualmente en fraternidad y comunión con Cristo!
Jesucristo guardó el sábado mientras vivió como humano sobre la Tierra. En los cuatro libros del Evangelio se dedican capítulos enteros a la descripción de cómo Él nos enseñó a guardarlo.
Los fariseos en tiempos de Jesús observaban unos 65 reglamentos estrictos de cosas que se podían y no se podían hacer, los cuales habían sido instituidos por los rabinos para hacer de la observancia del sábado una carga - un yugo pesado. Jesucristo hizo a un lado estos reglamentos humanos.
Cierto día sábado atravesaba un sembrado con sus discípulos y éstos arrancaron espigas para comer. Los fariseos protestaron, pero Jesús les reprochó y les dijo que está bien hacer labores simples tales como reunir o preparar los alimentos que se consumen el día sábado. Este mismo incidente fue el que le hizo afirmar: "El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado", y también exclamar que ¡Él es Señor del sábado, por lo cual el sábado es el día del Señor!
Jesús curó a los enfermos en el día sábado. No se trataba de un negocio ni de labores por las cuales Él se ganaba la vida. Era un acto de misericordia, ¡y de amor! Jesús dijo que es lícito hacer el bien en el día sábado.
Demostró que aun es lícito sacar un buey que cayere en un hoyo en sábado... pero hoy muchos lanzarían al pobre animal en el hoyo el viernes para tener motivo para sacarlo el sábado. ¡Jesús espera que seamos inteligentes, que empleemos el juicio y el buen criterio... y que ¡seamos honrados!
Habiendo llegado hasta este punto, muchos dirán: "Mas no puedo guardar el sábado; perdería mi empleo".
¡Permítaseme una afirmación! ¡He conocido centenares de casos como éste! Para obedecer a Dios se requiere una fe viva. ¿Puede usted confiar en Dios para todas las cosas, aun para su empleo?
He aquí algunas sugerencias que tal vez le sean útiles, aunque, claro está, todo depende de las circunstancias.
No le pregunte jamás a su patrón si le concede el sábado libre. Aplique algo de juicio... y ore a Dios pidiéndole su ayuda. Luego dígale al patrón en forma serena pero firme y positiva, que usted ha aceptado aquellas horas entre la puesta del Sol el viernes y la puesta del Sol el sábado como su tiempo de descanso semanal. Y si es necesario, puede mencionarle que ello es una convicción religiosa profunda y seria entre usted y Dios. Que lamenta mucho causarle cualquier inconveniencia, pero que no podrá continuar laborando durante aquellas horas. Dígalo en forma amistosa pero firme. Dígale que está dispuesto a trabajar los domingos si con ello puede subsanar el problema.
Conociendo centenares de casos, he visto que un alto porcentaje - el 90% -¡no pierde su empleo! Si ora primero, y pide a Dios sinceramente que halle gracia y goce de la condescendencia de su patrono, y si luego le habla a éste firme pero con cortés y amigablemente, ¡a él le será difícil interferir con su religión!
De cada diez individuos, nueve han conservado su empleo como probablemente previeron. Y ¿el diez por ciento que lo perdió? Casi siempre consiguieron otro empleo mejor en poco tiempo.
¡Usted puede confiar en Dios!
¡Aquí es precisamente donde debe combinar una fe viva con la obediencia!
Por último, ¡recuerde que Dios ha establecido qué es el pecado, y que nos obliga a decidir si obedecerle o no!

¡Ahora depende de usted!

¡Ahora todo depende de usted!
He trasmitido la Palabra de Dios fielmente. La mayoría no la acepta con agrado. No es lo que sostiene la mayoría.
Mas ahora ¡usted sabe! ¡Será juzgado por lo que hace con este conocimiento!
Usted - cada cual - deberá tomar su propia decisión. Rebelarse significa el castigo eterno de la muerte. Dios no salvará al individuo a quien no pueda gobernar.
Es preciso escoger entre los caminos de Dios y los caminos del hombre que éste llama falazmente, caminos "cristianos".
Mi responsabilidad es informarle a usted. Dios lo llama a usted al arrepentimiento, pero no lo obligará. Es menester que usted tome su propia decisión. Y según lo que siembre eso cosechará.
Usted será salvo por la gracia, pero Dios establece condiciones. Puede acatar y recibir la gracia gloriosa, ¡o puede rebelarse y ser reo de la muerte eterna!

¿Dónde guardar el sábado?

Cuando las personas se enteran del día sábado, suelen buscar algún grupo religioso con el cual reunirse. Pero no es suficiente reunirse con cualquier grupo religioso por el hecho de que acepte las enseñanzas acerca del día sábado, pues ello no quiere decir necesariamente que ese grupo religioso constituye la verdadera Iglesia de Dios.
Dios nos manda buscar el cuerpo - la obra autorizada por Él, la cual Él dirige y le da poder a través de su Espíritu Santo.
¡Solamente existe una Iglesia así!
La Iglesia que está llevando a cabo la obra de Dios es, como predijo Jesús, una "manada pequeña" perseguida, despreciada por el mundo. Pero sí cuenta con ministros dedicados, consagrados, convertidos, totalmente instruidos y ordenados, en todas partes del mundo, y ellos están disponibles para visitarlo en su hogar, responder a sus preguntas sobre el día sábado y explicarle la Biblia... ¡siempre que usted lo solicite! ¡Ninguno de ellos lo visitará a menos que usted voluntariamente lo solicite!
Y si de su propia voluntad desea saber más acerca de la Iglesia que Jesucristo fundó y que encabeza hoy; si desea formular preguntas al respecto, ¿por qué no solicita usted una visita personal? Quizá podemos enviarle muy pronto a uno de los ministros de Dios.
Centenares y centenares - sí, millares - de personas se están convirtiendo, están cambiando sus vidas, gracias a la Obra de Dios a través de las transmisiones radiofónicas de El Mundo de Mañana en todo el mundo, a través de La Pura Verdad, el Curso por Correspondencia de la Institución Ambassador, y el ministerio de la Iglesia de Dios en todo el mundo. Hay quienes se han unido a alguna de las iglesias de este mundo, ignorando que pueden llegar a ellos ministros llamados y consagrados por Dios, para explicar y responder a sus preguntas. Nadie puede unirse a la verdadera Iglesia de Dios, sino que Dios todopoderoso los introduce en ella - es Dios quien pone a los suyos en su Iglesia.
Pero si usted tiene alguna pregunta respecto al día de reposo, la comunión, las doctrinas o las prácticas cristianas, o cualquier pregunta sobre la Iglesia o la Biblia, o la vida cristiana, escríbame. No puedo visitarle personalmente (como hacía antes y como desearía poder hacerlo hoy), pero Dios me ha dado a numerosos hombres verdaderamente llamados y escogidos, quienes sí lo harán.
Examine cuidadosamente los hechos, según su Biblia. Luego tome su decisión y siga los pasos que Dios le indique.